lunes, 24 de septiembre de 2012

Los cuatro elementos

Mírame bien porque esto que ves no es una sola persona. Mírame a fondo porque aquí están todas las que me amaron y a las que alguna vez amé.
Ellas me han hecho quien soy. Ellas me han querido, me han dejado y me han dejado dejarlas. Ellas me han arrastrado por todos los estados del corazón, y, gracias a ellas, hoy conozco muy bien los cuatro elementos de la materia afectiva: enamorarse, estar enamorado, querer y amar.

Enamorarse es fuego. Un proceso que todo lo quema y todo lo consume, sobre todo a quien lo profesa. Como toda autocombustión, afortunadamente no dura para siempre. Nadie sobreviviría mucho tiempo a esa ceguera, a esa falta de cordura, a esa cerrazón. Pero tampoco sabríamos cicatrizar sin haberla sufrido nunca.  ¿Quién no ha sido nunca pirómano por amor? ¿Quién no ha fingido poder controlarlo? ¿Quién no ha negado lo que era evidente?

En esta hoguera de las banalidades, la madera que más prende es la fantasía, las llamas se tiñen todas de rojo pasión, el humo que nos ciega resulta extremadamente tóxico, y hay que andarse con ojo, pues los celos son sus cenizas.

Estar enamorado, en cambio, es aire. Oxígeno. Inspiración. Llenar el corazón de sangre nueva. Sacarlo a tomar el fresco. Abrir sus ventanas y dejar que corra el aire, que entre la luz. Todo huele a nuevo, a necesario y a conveniente. En esta apartada orilla se respira mucho mejor, dónde va a parar.

Como toda brisa, al principio es totalmente inofensiva, pero si se nos va de las manos y dejamos que venga racheada, puede estar anunciando tormenta o incluso acabar en huracán. Por eso es importante que se levante con cierta frecuencia a un ritmo constante, lindo y suavesito. Que empuje, sí, pero que no despeine.

Querer es tierra, posesión y pertenencia. Delimitación, frontera y exclusión. O quieres conmigo o quieres contra mí. Hectáreas de deseos mezquinos y egoístas. Por eso es peligros querer mucho y sin control, porque aquello que quieres, tarde o temprano, te acabará poseyendo.

las vallas son muy fuertes cuando se quiere así. Rígidas normas y controles de seguridad, vigilancia veinticuatro horas en forma de leyes morales y miedo, mucho miedo a perder lo que uno tiene. Lo que a este amor le falta es justo lo que acabará estrangulándolo: la libertad.

Por eso, amar es agua. La combinación estable y perfecta entra la energía del hidrógeno y la vida del oxígeno. Unidos pero flexibles. Cohesionados, pero adaptables. En otra palabra, contradictorios. Fluir sin voluntad de correr, liberar con intención de atrapar, vivir el futuro como si acabase ayer.

Peligros, todos los que te puedas imaginar: la tensión superficial, que mantiene una impermeabilidad ficticia; las corrientes, que nos pueden arrastrar sin darnos cuenta adonde no queremos estar; y la temperatura de ebullición, porque aunque no lo parezca, si te descuidas también esto puede hervir...y evaporarse.

Risto Mejide





miércoles, 30 de mayo de 2012

Somos


Curiosamente, los momentos de la vida en los que se consolida la forma de ser de una persona son aquellos en los que esta debe abatir y traspasar todas las barreras. Esos en los que te sientes solo, inseguro, ahogado en los problemas que parecen no tener solución. Debes caer, herirte, conseguir tus propios medios para volver arriba.  Aunque parezcan insignificantes, esas pequeñas cosas te dan valor y sentido. Una persona se forma por esos logros alcanzados tras duros golpes, tras desilusiones y fracasos.
Y es así, la vida no te la ofrecen como algo que disfrutar sin más. El precio que pagas por ella a veces no es agradable, pero siempre, al final, consigues llegar a convertirte en esa persona que se mencionaba en las instrucciones de uso. Puedes y debes, y lo harás: permítete el sentir por los demás, pero no olvides guardar tus secretos más valioso siempre contigo, ya que una gran mayoría de las veces solo querrán aprovechar tu vulnerabilidad.  

lunes, 28 de mayo de 2012

Un poco menos

Llegamos al mundo solos y lo dejamos solos. Y el resto del tiempo lo pasamos buscando un poco de compañía. Necesitamos ayuda, necesitamos apoyo... si no, nos quedamos solos, como estamos, apartados los unos de los otros, y nos olvidamos de lo capacitados que estamos para encontrarlo.
Así que elegimos el amor, elegimos la vida, y, por un momento, nos sentimos un poco menos solos.

miércoles, 4 de abril de 2012

Deseos

Todos podemos pedir un deseo una vez al año cuando soplamos las velas de nuestra tarta de cumpleaños.
Algunos pedimos más, con las pestañas, en las fuentes, al ver una estrella fugaz, y de vez en cuando, algunos se cumplen. Y qué pasa entonceS? Es tan bueno como esperábamos? Disfrutamos de nuestra felicidad? O nos damos cuenta de que tenemos una larga lista de deseos que queremos que se cumplan?
No deseamos lo fácil, deseamos cosas importantes, cosas ambiciosas, fuera de nuestro alcance.
Deseamos cosas porque necesitamos ayuda, tenemos miedo, y sabemos que quizá pedimos demasiado. Pero seguimos teniendo deseos, porque a veces, se hacen realidad.

viernes, 23 de marzo de 2012

Grey's Anatomy

Cuesta creer cuantas adicciones hay. Sería muy fácil si sólo hubiera drogas, alcohol y tabaco. Lo más difícil de susperar una adicción es querer superarla. Nos enganchamos por un motivo, ¿no? Algunas veces, demasiadas veces, lo que empieza como algo normal en tu vida se convierte en una obsesión, y de repente dejas de controlarlo. Buscamos la euforia, eso que logra que todo lo demás se desvanezca.

Lo malo de las adicciones es que nunca acaban bien. Llega un momento en que lo que nos ponía eufóricos, deja de hacerlo, y empieza a doler.   
Dicen que no superas tu adicción hasta que tocas fondo, pero ¿cómo sabes que lo has tocado? Porque por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo, duele aún más.

jueves, 8 de marzo de 2012

¿Es posible?

¿Y si los sueños, por muy alocados o irrealizables que parezcan, fuesen en realidad el prefacio de las cosas que te pueden, y posiblemente te pasen, en la vida?

sábado, 21 de enero de 2012

Historias de amor

Por muy increíble que parezca, creo que empiezo a odiar las historias de amor que nos relatan millones de autores en los libros. Tan perfectas. Joder. Nos llenan de ilusiones, de falsas esperanzas de que nuestra historia se asemeje a las suyas. Pero la realidad no es para nada así. Llena de contratiempos, catástrofes, engaños…
¿Habéis oído alguna vez que una princesa no comiera perdices, o no viviera feliz para siempre? No. Ellas siempre tan maravillosamente alegres, sin olvidarse de su belleza descomunal. Lo cierto es que así, no nos lo ponen fácil a las de carne y hueso. Nosotras, en cambio, no tenemos hadas madrinas que nos consigan un vestido perfecto, ni siquiera obtenemos la atención de nuestro príncipe en el gran baile. No creo que este saliera corriendo a media noche y dedicara su vida única y exclusivamente a buscar a esa preciosa chica que perdió un zapato de cristal.
No importa, al fin y al cabo nosotras somos las de verdad. Las que tenemos el valor de levantarnos cada día, aún sabiendo que un príncipe no te acompaña para siempre, si no que muchas veces, hasta llega a convertirse en marinero de taberna.
Al fin y al cabo, como decía Calderón “que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.